El coste económico de la violencia de género
La violencia masculina contra las mujeres es una violación directa de los derechos humanos. Destruye vidas y sociedades. En Europa, 1 de cada 3 mujeres experimentara al menos un episodio de violencia física y/o sexual desde los quince años (fuente 1). Las investigaciones recientes al nivel internacional, Europeo y nacional (e.g. en Francia) pone de relieve el coste económico de la violencia de género.
Las empresas no son inmunes. Tal violencia afecta el rendimiento de los trabajadores, sean abusadores como victimas (fuente 2, fuente 3), impactando su productividad y sus relaciones con sus compañer@s de trabajo. La mayor parte de la investigación detallada, que ofrece una valiosa perspectiva de las consecuencias económicas y el coste de tal violencia, fue hecha en Australia, Canadá, Estados-Unidos y Reino Unido. Sin embargo, puede ser relativamente extendida a la situación en Francia, Grecia, Bulgaria, Bélgica y España. Aquí sigue una descripción no exhaustiva de las consecuencias, al lugar del trabajo, de la violencia masculina contra las mujeres.
– Absentismo: Puede resultar de varias tácticas del abusador para impedir que su compañera vaya al trabajo (e.g. robando o escondiendo sus llaves), de la necesidad de tratar las heridas físicas y/o emocionales y/o mentales, los problemas de estrés crónico y/o el trastorno de estrés post-traumático (fuente 4), la obligación de atender encuentros legales…. Los abusadores también tienen un nivel alto de absentismo en comparación con no-abusadores.
– Reducción de la productividad de la persona empleada: Es obvio que todas la consecuencias de la violencia de género expuestas anteriormente pueden resultar en una pérdida de productividad del empleado. De hecho, afectan su habilidad a ejecutar tareas diarias de manera eficiente.
En contra de la idea de que la violencia doméstica ocurre solo a detrás de puertas cerradas, es muy probable que los abusadores adopten un comportamiento abusador desde su lugar de trabajo. Por ejemplo, llaman repetitivamente su compañera para darle miedo o intimidarle.
Esto tiene consecuencias claras sobre la productividad y la capacidad de concentración de ambos.
– Riesgos de seguridad: Los hombres que abusan de sus compañeras pueden también ser peligrosos para sus compañer@s de trabajo (fuente 5). Además, no solo molestan desde su lugar de trabajo, sino también amenazan el lugar de trabajo de sus víctimas. Por ejemplo, una investigación canadiense sugiere que 70% de las víctimas de violencia de género son abusadas al lugar de trabajo en un momento u otro, haciendo de este problema una preocupación para cada empresa. La violencia de género es una forma será de violencia: es la causa principal de mortalidad femenina de 19 a 44 años de edad, alrededor del mundo (fuente 6).
No es una fatalidad y las empresas son actores relevantes para tratar y eliminar la violencia de género. El primer paso es el reconocimiento del hecho de que tal violencia afecta la empresa, y que muchas empresas emplean a abusadores y/o a víctimas.
El proyecto CARVE tiene la ambición de dar herramientas a las empresas para asistirles en su compromiso hacia la eliminación de la violencia de género ocurriendo fuera del lugar de trabajo.
Los ocho socios de este proyecto de dos años cofinanciado por la ‘Dirección General de Justicia: Programa Daphne’ de la Comisión Europea son determinados a proporcionar las empresas con herramientas para abordar el tema de la violencia de género desde el lugar de trabajo.
Los seminarios nacionales fueron celebrados en Bulgaria, España,Grecia, Francia y Bélgica.
Estos eventos servirán para presentar los destacados de los informes nacionales y para abrir un debate público. Al final, los resultados permitirán redactar una Guía Europea de Buenas Practicas destinada a empresas y políticos para que tengan una mejor visión de la situación Europea acerca de la violencia machista, así como qué herramientas hay para las empresas para asistir a las mujeres en situaciones de violencia. Esta guía será presentada durante una conferencia europea en Bruselas el 16 de junio de 2016.
Foto: “A ribbon made out of flags”, Quinn Dombrovski, 4/10/2012